lunes, 27 de marzo de 2017

La sombra de la guerra es alargada (3)

Lo que queda del monumento a los que murieron por ÉL 
en la cima del monte Isuskitza.

El conocido como Frente de Álava quedó establecido en el norte de la provincia, a escasos kilómetros de Vitoria-Gasteiz, en la confluencia con Bizkaia y Gipuzkoa. La Llanada Alavesa quedó en manos de los sublevados y los montes hacia el norte bajo control republicano. En este escenario, los golpes de mano y las acciones rápidas estaban a la orden del día. El ejemplo más claro lo encontramos en el monte Isuskitza, en Arrazua-Ubarrundia. Esta cota se eleva sobre el pueblo de Landa y su (entonces) estratégica estación del Ferrocarril Vasco-Navarro, en el paso natural entre la Llanada y el Alto Deba. Fuerzas republicanas y rebeldes se disputaron el control de esta cima entre septiembre y octubre. Además se trataba de un lugar que ya había sido una posición de guerra durante las Carlistadas del siglo XIX, algo a lo que no eran ajenos los requetés de 1936. La ofensiva republicana consiguió hacerse con esta cota, en cuya defensa perdió la vida el alférez Germán Bastida Pellicer. 

Tumba del caído en Isuskitza Germán Balastida Pellicer.

Pocos días después, el 8 de octubre, la 9ª Compañía del Requeté alavés y dos compañías del Regimiento de San Marcial emprendieron un ataque para recuperar el Isuskitza. Las boinas rojas y las afiladas bayonetas formaron parte de la épica posterior a lo ocurrido allí, que en realidad, fue un estrepitoso fracaso para los atacantes franquistas. Aquel día murieron 20 requetés, 42 soldados del San Marcial y hubo hasta 50 heridos. Este evento trajo consigo dos consecuencias. Por un lado, marcó el lugar como un repositorio de la memoria mártir del Requeté. Y por otro lado, demostró que la forma decimonónica de hacer la guerra a base de bayoneta y lucha cuerpo a cuerpo tendría que ser relegada estrictamente al ámbito de la propaganda. El alférez Germán Bastida y el capitán Fernando María Oriol de Urquijo (hijo de Oriol) fueron dos de los nombres recogidos en el monumento a los caídos que se erigió en la cumbre del Isuskitza durante el franquismo.


Esos días de octubre de 1936 fueron muy importantes para el devenir bélico de Euskadi. La Guerra Civil en el País Vasco estaba tomando un carácter distinto al que había tenido hasta entonces. Entre agosto y septiembre, las tropas sublevadas habían conseguido hacerse con la frontera francesa en Irún, tomar San Sebastián y avanzar por toda Gipuzkoa hasta llegar al Valle del Deba. Las fuerzas republicanas consiguieron detener el avance en Elgeta (Gipuzkoa) y en este intermedio ambos bandos se reorganizaron. Mientras el bando rebelde se volvía definitivamente franquista con el nombramiento de Franco como Generalísimo y emprendía la ofensiva contra Madrid, la República aprobó el Estatuto de Autonomía de Euzkadi y se formaba el primer Gobierno Vasco. Una de las primeras gestiones del recién creado ejecutivo fue la adquisición de armamento moderno, siendo los fusiles checos especialmente cotizados. Además, se ordenó la militarización de las milicias y se creó el Cuerpo de Ejército de Euzkadi, con batallones organizados en base a partidos y sindicatos. Entonces, ambos bandos procedieron a fortificar sus posiciones con trincheras y fortines. La planificación militar igualmente exigía la ordenación del frente en sectores y el control del paisaje, tanto físico como humano. A lo largo de otoño de 1936, ambos contendientes emprenderían intensas labores de fortificación, llegando a establecer un frente real, con varias líneas de ataque y defensa, rutas de abastecimiento y un control real sobre el territorio.


Mientras todo esto ocurría, el plan de reforma y ampliación del cementerio de Santa Isabel se paralizaba por las necesidades apremiantes impuestas por la guerra. Una de las pocas cosas que se llegó a levantar fue el monumental arco de la entrada, proyectado con la idea clara de satisfacer la moda a la que se había apuntado la gente de dinero: la conducción del cadáver en coche fúnebre. Uno de los primeros en estrenarlo fueron las víctimas del accidente aéreo que tuvo lugar en la rebautizada como plaza de España (antes de la República), en donde el aviador alemán Ekkehard Hefter se estampó con su Heinkel He 51 tras hacer el macarra por el aire el 28 de septiembre de 1936.

El avión de Hefter ardiendo en la Plaza de España.

Post by Josu Santamaria y Xurxo Ayán.




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